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Mi segunda Media Maratón con la confianza de saber que podía correr 21 kilómetros acabando la carrera. El reto ahora era bajar de 1h 35′. Era la primera vez que corría en Madrid una distancia tan larga.

El entrenamiento no había sido muy apropiado para una media, pero corría cada dos días unos 10 kilómetros en cada salida y me sentía con confianza como para intentar acabarla más rápido.

Ese fin de semana vino mi madre a Madrid, por lo que iba a tener seguidora de honor en la línea de meta. El día anterior me regalaron unas medias de compresión, las cuales no las había usado nunca, pero me las aconsejaron para reducir el cansancio de los gemelos. Las usé el sábado por la tarde un rato y me noté las piernas más relajadas, por lo que decidí usarlas en la carrera.

El día de la carrera madrugamos para acudir a tiempo a la carrera que salía del Retiro. Allí estuve calentando y, con nervios, hablamos del intento de acabar un segundo reto que aún no creía posible de realizar.

En la salida, intenté activar el GPS del reloj, pero me falló y no tomó señal hasta pasados un par de kilómetros. Dentro del barrio de Salamanca y torciendo para Diego de León. Esos dos kilómetros, los hice más rápido de lo debido, pero cuando recuperé el reloj, me mantuve en el ritmo que debía para conseguir mi marca. Por controlarme, no dejé de mirar el reloj durante toda la carrera. Aún soy novato y no controlo bien esta distancia. No me fío de mí mismo.

Temía la subida desde Alonso Martínez hasta Plaza de Castilla, pero para mi asombro, la inclinación no era tan pronunciada como esperaba, por lo que la subí sin mucho realizar desgaste. En Santa Engracia, los bomberos estaban con un camión a mitad de la calle con una grúa y las sirenas puestas, animando a todos los corredores que pasábamos por allí.

A medida que pasamos por Cuatro Caminos y subíamos por Bravo Murillo, se iban congregando más personas en las calles para animar. Ver las torres Kio fue impresionante. Llegar a ese punto corriendo, casi a mitad de carrera, con buenas sensaciones y sin cansancio, con las torres al lado sin tráfico… se me pusieron los pelos de punta.

Pasada Plaza de Castilla, estaba ya a mitad de camino. Quedaban unos 8 kilómetros de bajada. Mentalmente ayudaba mucho. Estaba recorriendo partes nuevas de Madrid que, hasta la fecha, no había recorrido corriendo: Príncipe de Vergara, Serrano…Daba gusto correr por este barrio cuesta abajo. Seguía con buen ritmo y sin notar el cansancio. Sabía que debía guardar fuerzas para terminar la carrera rodeando el Retiro.

Hasta llegar a Atocha no me creía que fuera tan bien. Me estaba resultando más fácil de lo que pensaba mantener el ritmo. Cuando comenzó la subida empezaron a pesar las piernas. Los corredores bajaban todos la velocidad ya alguno se paraba para subir andando. Para mí era una experiencia conocida la de esta cuesta por las carreras de 10 kilómetros, pero llevando ya 19 en mis piernas. Intenté mantener el tipo e incluso fui adelantando a bastantes corredores. Aún me quedaban fuerzas.

Intenté controlar la cabeza para no quedarme en mitad de la cuesta y guardar algo para los últimos metros. Era un control constante para no arrancar al sprint en cualquier momento. Solamente quería acabar por debajo de 1h 35′. Al entrar en el Retiro, veía que iba a conseguir mi reto. Estaba deseando ver la meta para asegurarme la marca. En cuanto pude ver el crono noté la necesidad de acelerar para bajar todo lo posible, ya que en el GPS no tenía el tiempo real y el crono marcaba 1h 36′. Aceleré todo lo posible y pasé por meta contento de haber bajado la marca, pero con la incertidumbre de saber si había conseguido mi tiempo. Tendría que esperar a que saliera la clasificación.

Por la tarde aparecieron en la web las clasificaciones y me dio una gran alegría saber que había bajado la marca. Que había conseguido lo que me había propuesto. Otra meta más alcanzada y otro objetivo superado.

Me estoy empezando a enganchar a esta distancia…

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