21K Carrera Vuela 26/11/2023
¡¡¡He acabado tercero en la clasificación general y primero de mi categoría!!!
Es mi mejor clasificación y podio hasta la fecha. Ha pasado tiempo desde que acabó la carrera y no me lo acabo de creer…
Me apunté a este Media Maratón por seguir con el ritmo y ambientes de las carreras, a sabiendas que era un recorrido muy duro para ser de ciudad. Prácticamente conozco por todos los sitios que pasa, ya que he entrenado mucho por Valdebebas y por Felipe VI.
No tenía muy claro inscribirme, pero lo hice por inercia, y la inercia me llevó a correr, y el correr al podio. ¡Vaya alegría de día!
El día era muy frío y salí de noche para llegar con tiempo, aparcar y recoger el dorsal. Vamos, que recogí el dorsal y me fui directo al coche a estar calentito. Hacía tanto frío, que ni calenté. Directo a la salida, que encima se retrasó por un accidente en el recorrido. Menos mal que salió el sol y calentaba un poquito.
Salí casi del final con ánimo de terminar la carrera en 1h30′ aproximados, pero sin mirar el reloj mucho.
Poco a poco, cuesta a cuesta, iba adelantando a corredores. Cosa normal al principio ya que saliendo al final y, con cuestas durante todo el camino, era fácil conseguirlo.
Había también carreras de 5j y 10k, por lo que no sabías quien iba delante hasta mitad del recorrido, que era común. Así que el rito lo marcaba cualquiera que fuera delante.
Los 5 primeros kilómetros era un sube y baja por calles de Valdebebas. Antes de la meta había una desviación para los que íbamos a por 10k y 21k. Los primeros de 5k tampoco llevaban un ritmo muy fuerte, ya que nos cruzábamos en ciertas calles al final de su prueba y no me sacaban mucho.
Para los siguientes 5k, ya llegando al 10k, seguía con el sube y baja por asfalto y adelantando a corredores. Llegando a meta, había desviación para los de 21k que estaba un poco oculta y no se veía avituallamiento, por lo que no pude beber agua. Me tomé un gel Maurten que refrescan un poco la boca, para compensar la falta de agua. Me tocaba hacer 10k sin beber.
A partir de saltarme este avituallamiento y con la deviación del 10k, me empezó a parecer un poco «rara» la carrera, ya que nos metieron por una pista de tierra y solo veía a dos corredores a lo lejos. Con mucha cuesta arriba y alguna para abajo, poco a poco me iba acercando a ellos. En el kilómetro 11 los cogí y adelanté.
En todo momento iba a mi ritmo según las sensaciones del cuerpo. No miraba mucho el reloj e iba al ritmo que me indicaban mis piernas.
Ahora veía a otros dos que iban juntos a lo lejos sobre el kilómetro 12. Poco a poco y cuesta a cuesta iba recortando distancia. Uno de los dos corredores se descolgó y poco a poco lo fui cogiendo cercano a la ciudad deportiva del Real Madrid, sobre el kilómetro 13. El otro mantenía ritmo.
Rodeábamos el Parque Felipe VI cercano a Juan Carlos I, por la puerta donde suelo entrar a entrenar y me acerqué bastante a él. Era todo cuesta arriba y esto iba a mi favor. Por la glorieta más cercana a mi trabajo, Glorieta Isidro González Velázquez, me puse detrás suya. Le mantuve el ritmo hasta llegar a la cuesta que está en la Avenida de las Fuerzas Armadas, que en teoría la última cuesta de la carrera. Lo veía con una buena planta de atleta, piernas muy fuertes y más joven que yo.
Aquí le adelanté si mucho esfuerzo siendo el kilómetro 15. Seguí delante suya sin ver a ningún corredor hasta la Glorieta José Luis Fernández del Amo, que lleva a Sanchinarro, y nosotros bordeamos el parque Felipe VI.
En la glorieta pregunté a un voluntario de la organización cuántos iban delante y cuánto tiempo me sacaban, ya que no tenía ni idea de cómo iba en la carrera, solo sabía que no veía a nadie por delante. Y el organizador me dijo que iba el 15 y que me sacaban unos 12 o 16 minutos. Lo del puesto me podía cuadrar, pero lo del tiempo no. No iba tan despacio como para que me sacara el que iba delante mía tanto tiempo.
Bajé un poco solo el ritmo de subida y me cogió el corredor que acababa de adelantar yo. Le comenté lo que me dijo el de la organización y me comentó que no era así, que íbamos tercero y cuarto. Entonces le dije que le iba a hacer la zancadilla…
Comenzamos a bajar muy rápido, a sabiendas que por detrás no nos iban a coger y que no veíamos nadie por delante, por lo que tampoco sería factible coger a los dos primeros.
Echamos un pulso acompañado y en sintonía bajando por carril bici y por caminos. Los últimos kilómetros fueron por camino de grava y cuando faltaban 3, había una moto de la policía que nos iba a escoltar delante, marcando el recorrido, hasta la meta. Esto es lo que siempre había visto en televisión pero que nunca me había pasado a mi. Le daba mucha más emoción e importancia al puesto que nos estábamos jugando. Te hacía situar la cabeza sobre el terreno y tomar mucha más consciencia.
Cuando faltaban unos 2000 metros, yo no me veía con fuerzas de poderle competir la carrera, aunque sabía que era mi oportunidad de hacer podio en una clasificación general. Tenía que aguantar el ritmo lo que quedaba de carrera.
Como íbamos casi todo el rato a la par, no sabía si el ritmo lo marcaba él, yo o éramos los dos que lo manteníamos por inercia. Cuando veía que no podía, me ponía detrás suya para que no me viera flaquear.
Estaba mirando el reloj todo el rato porque tenía que jugármela en un intento de buscar la tercera posición y no podía fallar. Lo intentaba medir a partir estos dos últimos kilómetros para ver si hacía algún amago de apretar el ritmo, pero solamente lo mantenía.
Me estaba poniendo nervioso ya que no sabía cuándo atacar. Lo único que preveía es que posiblemente me ganara en un sprint corto.
En el kilómetro 20 comencé a buscar sobre el terreno el mejor momento en el que acelerar. No podía esperar mucho más. Veía la moto hacer el recorrido e intentaba buscar el punto de sprint. Mi compañero comenzó a jadear un poco y vi la gran oportunidad de atacar.
A unos 500 metros de la meta, había una curva interior en el que estaba mejor situado, con un gran surco de las lluvias en la tierra que nos obligaba a dar un pequeño salto y donde comenzaba una cuesta arriba para salir de la pista de tierra y llevarnos al asfalto de la recta de entrada en meta. Ese era el punto justo donde aceleré, saltando sobre el surco de tierra, siguiendo a la moto de la policía que había acelerado para salir del terreno y afrontando como si fuera una serie la cuesta arriba.
Al salir al asfalto había una rotonda que bordeé. Miré hacia atrás y ya le sacaba unos 50 metros en un tramo muy corto de tiempo. Dejé que mi piernas aceleraran lo que pudieran. Esto no se me iba a escapar ni podía permitírmelo con esa distancia. Mi contrincante tampoco lo intentó. Se había desfondado en el kilómetro 20 que lo hice a 3’21», y no podía ni soltar el último esfuerzo para lograr cogerme.
Entré en meta como si hubiera ganado. Qué alegría haber quedado tercero de la carrera. Impresionante. Casi ni me lo creía. Había terminando en 1h21’34».
Esperé al cuarto y le di un abrazo al llegar y casi me disculpé por el acelerón del final.
Pensaba irme al acabar la carrera y estirar, pero me tuve que quedar hasta recoger el trofeo.
En la carrera no había un premio para la clasificación absoluta, sino que iba por categoría. Así que recogí el primer premio al quedar primero de mi categoría, subiendo a lo más alto del podio. El hombre más feliz del mundo en ese momento.