Alameda trail17/09/2022
Hacía tiempo que no me aventuraba a correr un trail. En julio, tranquilo en la playa y con mono de carrera, me encuentro con ésta carrera, que está cerca de Madrid y no parece muy dura. Así que me inscribo para comenzar la temporada y con previsión de hacer un entrenamiento por la montaña.
Torres de Alameda está a unos 45 kilómetros de Madrid y en menos de una hora de coche estoy aparcado en el pueblo.
Llego una hora antes para recoger el dorsal y calentar un poco. Hay un ambientazo de corredores alrededor del polideportivo. Y, aunque somos pocos los inscritos, tiene ese ambiente característico de carrera de montaña que nunca llegará a tener una de asfalto. Ese correr en familia donde no conoces a nadie pero todos somos conocidos.
Recojo dorsal con bolsa de corredor, me coloco dorsal de tela en la camiseta, dejo la bolsa en el coche y a calentar un poquito.
La salida se da en el polideportivo municipal. Salimos bordeándolo y entrando por una tubería a modo de túnel que pasa por debajo de la carretera. De aquí vamos por senderos entrados ya en camino por el campo.
A los 2,5 kilómetros nos encontramos con la primera subida dura que hago andando directamente. Imposible correr aquí. La bajada es pronunciada y hay que bajarla con cuidado.
A los 5,2 kilómetros la segunda subida. Esta es más corta. Es un sendero entre matorrales y pequeña arboleda donde hay que agacharse muchas veces para poder pasar entre las ramas. La hago andando y corriendo, por lo que pasa pronto.
La bajada tiene miga. Se empieza con gran velocidad por camino, pero pronto comienza a haber piedras, pedruscos y zig zags donde tengo que reducir el ritmo para poner mucho cuidado y no despeñarme, que a punto estuve.
En el kilómetro 9 está el primer cortafuego. Una pared que hay que subir andando y que carga mucho las piernas. La bajada es tremenda también. No se puede correr de la inclinación que tiene. Se baja dando pasos rápidos de lado para frenarme y no descender rodando. Lo bueno es que voy muy bien. Hablando con otro corredor que me indica que vamos entre los 10 primeros.
Sobre el kilómetro 11 otro cortafuegos. Mismo tipo. Copy/paste pero con las piernas ya cargadas. Uno no está acostumbrado a tanta pendiente seguida. Ni corriendo ni andando. Es demoledor y los cuádriceps van notando carga. La bajada igual de técnica y dura que la anterior.
Kilómetro 13. Otro cortafuegos. Hasta aquí he llegado. Me paro subiendo un par de veces. Ni andando rápido y casi ni lento puedo subirlo de una vez. Demasiada inclinación. Otro muro a subir donde resbalan hasta las zapatillas subiendo. Me da lo mismo ir el décimo o quedar como sea. Si hubiera un camino directo a la meta, la tomaba ahora mismo. No quiero correr más. Bueno, correr no me importa, pero no quiero subir más.
En la bajada, unos ciclistas se quedan flipados con la pendiente que tiene la montaña. Un voluntario, de broma, me dice «a esto habéis venido!». A lo que le respondo: «Yo no!».
Y tras la bajada, otra subida al cuarto cortafuegos. Que suplicio. Esto no es necesario. Intento subir como puedo a sabiendas que quedan solo 6 kilómetros. La bajada no sé si hacerla como hasta ahora o tirarme de cabeza. Las piernas están cargadas del todo. La misma sensación de darse una paliza en el gimnasio con máquinas después de no ir durante años.
En el kilómetro 17… otro cortafuegos. ¡El quinto! Desesperante. Subo como puedo y hay espacio por la cima para correr. El único problema es que está mal señalizado y nos perdemos varios corredores. Damos una vuelta por la cima de una montaña. Un par de kilómetros de más. Lo que faltaba, pero por lo menos es en liso, sin subir.
Yo esperando un entrenamiento tranquilo por la montaña y se convierte en una de las carreras más duras de trail que he hecho.
Encontramos la bajada y vamos directos a la meta, aunque a dos kilómetros. Se ve Torres de Alameda y eso da esperanzas de llegar en poco tiempo. Bajo corriendo un poco pero con más cuidado de que no fallen las piernas y caerme, que corriendo en condiciones.
Bordeamos parte del pueblo y entramos en la meta.
¡Por fin! Carrera y sufrimiento terminado. Ha sido todo menos disfrutar del día por la montaña…
Como positivo: una experiencia más, una carrera más una buena forma de afrontar la temporada con los pies en el suelo.
Quedé el 28 con 2h16’34».
No vuelvo.