Maratón en pista03/05/2021
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Llevamos más de un año de pandemia mundial debido al COVID-19. Durante este tiempo, ha habido confinamiento domiciliario y varias fases de estado de alarma. Todas las carreras se han cancelado y han sido postpuestas de 2020 a 2021.
Mientras tanto, sigo corriendo y preparándome para mantener el mismo novel que tenía antes de la pandemia, pero sin objetivo alguno.
Sin maratones a la vista para poder correr, me propongo realizar una por mi cuenta y tener así un objetivo en los entrenamientos, poniéndome una prueba que me cree un reto y sea estimulante.
La mejor que contemplo es correr esta distancia en una pista de atletismo. Parece un poco loca la idea, ya que son 105,5 vueltas, pero creo que es un buen reto tanto físico como psicológico.
Un punto importante para ejecutar la prueba es la logística, tanto la pista donde correr, los avituallamientos, cómo contar las vueltas y si voy a correr solo o acompañado.
Barajo varias pistas de atletismo, tanto en Madrid como en Badajoz. En Badajoz tengo la ventaja que abren a las 7h de la mañana. En Madrid a las 9h y encima, las que tienen campo de futbol, están todas reservadas para partidos, por lo que tengo que descartar muchas. Finalmente, tras hablar con Óscar de las Mozas (Coentrena), me indica que en Palomeras (Vallecas) hay una pista municipal con poca afluencia de corredores. Tras contactar con ellos varias veces por teléfono, y presentarme allí para hablar con responsables, me dan facilidades para poder utilizarla durante más de 3h.
Para el avituallamiento, compro una mesa plegable para poner agua, bebida isotónica, geles y comida.
Investigo diferentes métodos para contar vueltas, tantos electrónicos como contadores manuales, pero ninguno me convence para tener un conteo exacto. En la Granadilla de Badajoz, hago una prueba de 29km sobre pista utilizando el GPS del reloj para el conteo, resultando casi exacta la medición de muchas vueltas aleatorias, por lo que decido no complicarme y usar el reloj para calcular la distancia de la maratón.
Por otra parte, contacto con algún compañero de Coentrena, del trabajo para proponerle el reto, pero ninguno me acompaña, por lo que finalmente, tendré que correr solo.
Con esto, ya tengo todo cerrado para realizar este gran reto.
Invito a varias personas para que vayan a ver el evento, al menos el final, pero nadie va. Es decir, van los que siempre me apoyan y los más importantes: Carmen y Pedro.
Comienzo a prepárame sin ponerme un tiempo a realizar, solamente de finalizar la carrera. Según pasa el tiempo, me pongo una meta de 3h15’.
La preparación la realizo por mi cuenta, con 4 entrenamientos semanales de carrera y uno o dos de fuerza. Los días de carrera intercalo series de 1000 metros con cambios de ritmos. El fin de semana, aprovecho para tirada larga, donde hago 6 de más de 30kms progresivos de 30km a 35km. Esto me facilita la adaptación a esta distancia y poder llegar a ese punto de inflexión final de la carrera en todos los entrenos. Los ritmos que manejo los fines de semana son de 4’30”, lo que me hace ilusionarme con un sub 3h, que finalmente será el tiempo a batir y por el que voy a luchar si las sensaciones son buenas el día de la prueba.
Voy a correr con unas Mizuno Wave Duel, que tienen muy poca amortiguación, pesan unos 200gr y la suela tiene unos pequeños tacos que pueden ayudarme al agarre en pista. Me encantan estas zapatillas.
Con ello, se presenta el día de la prueba. Me desplazo en coche hasta Vallecas sobre las 8h y caliento a los alrededores de las instalaciones deportivas esperando a las 9h para que abran el acceso. A las 8:30 abren el polideportivo y el personal de seguridad me inician que me permitirán acceder minutos antes para poder prepárame. El tiempo es perfecto para correr: nublado, sin calor y con un poco de aire que me aliviará durante el recorrido. Con temor a que pueda llover, espero que se mantenga la meteorología actual.
Entro, coloco la mesa de avituallamiento con las botellas de agua, de bebida isotónicas, dátiles… Le doy un par de medias vueltas a la pista para familiarizarme con la pisada en pista. Es una situación extraña el empezar la carrera en el momento que quiera. Decido comenzar la carrera en un lateral, al lado de la mesa, dudo si es el mejor momento, pienso que cualquier momento es bueno y que cuanto antes comience, antes acabo, así que… ¡adelante!
Enseguida me pongo a ritmo de 4’15” para coger velocidad de crucero. En pista es fácil llegar a esa velocidad, el problema es que es muy rápida y el cuerpo y la cabeza te incitan a correr más rápido. Esta será una de mis luchas para no excederme y administrar bien las fuerzas.
En los primeros kilómetros me comienzo a plantear que me he metido en un buen embolado con la prueba, siendo muchas vueltas, muchos kilómetros, mucho tiempo… ¿Por qué estoy corriendo? ¿Para qué? ¿Aguantaré los 42km? ¿Lo haré en menos de 3h?… típicas dudas de una carrera larga, pero con el añadido que estoy solo en una pista de atletismo. Por ello, saco hasta el móvil y me lanzo algún selfie y video en carrera. Que no digan que no he corrido.
Corro la primera hora del maratón totalmente solo en la pista de atletismo. Un verdadero gustazo. A la hora, aparecen 3 personas para entrenar, lo cual me sigue pareciendo un lujo tener la pisa solo para mí. Ojalá siga así.
De momento las sensaciones son buenas a ritmo de sub 3h. A sabiendas que quedan dos tercios de carrera, me controlo mucho la velocidad para respetarla y no incrementar el ritmo. Me veo capaz de conseguir la meta, pero sé que aún queda mucho.
Durante otra hora sigo haciendo el hámster dando vueltas y más vueltas… Va llegando más gente a la pista para entrenar, pero todos me respetan la calle 1, y eso que ninguno sabe que estoy lo corriendo.
La mesa de avituallamiento me da un resultado perfecto. Todo el mundo la mira y todo el mundo la respeta.
A falta de más de una hora, aparece un grupo de unos 20 chicos y chicas con un entrenador. La pista se masifica… Aunque hacen series y saltos de longitud, están pendientes de mi paso para separarse y dejarme pasar cada vez que doy la vuelta.
A dos tercios de carrera, ¡¡¡aparecen Carmen y Pedro!!! Mucho antes de lo que esperaba. Y me llevo una gran alegría y es un gran revulsivo. Un soporte para animarme en la última hora, que, aunque me encuentro aún fuerte y corriendo sin forzar, sé que las piernas comenzarán a resentirse en poco.
Así aguanto hasta el kilómetro 34. A partir de aquí comienzo a notar las piernas más cargadas de la cuenta. Carmen no para de gritar cada vez que paso por su lado. Vuelta tras vuelta animando. Pedro…está entretenido sentado… pero Carmen sigue vuelta tras vuelta gritándome para animarme. Por mi parte, veo que la carrera está hecha. Son aún 8 kilómetros, los kilómetros más duros hasta ahora, pero soy consciente que voy a terminar la carrera. Ahora solo queda saber si podré mantener el ritmo y hacer el tiempo deseado.
Aprieto los dientes a partir del kilómetro 37, en el 38, 39… y así hasta el 40. Las piernas responden. El objetivo está cerca. El cansancio se hace notar, pero no como para pararme. Estoy bien preparado para lograrlo.
Las cinco últimas vueltas se hacen largas. No por esfuerzo, sino por ganas de terminar. Le voy cantando a Carmen, en cada paso por su lado, las que quedan para terminar.
No quiero apretar para bajar la marca, quiero asegurar el ritmo que llevo siguiendo hasta el momento. No sé con qué tiempo terminaré, pero sé que es muy bueno.
La última vuelta la termino mirando el reloj casi todo el tiempo para, tanto ver la distancia y para como el tiempo que llevo.
Finalmente paro a los 42.200 metros, con un tiempo de 2h 56’ 43”. Casi el mismo tiempo que hice hace 5 años en Barcelona en mi primer sub 3h.
Grito de felicidad y subo los brazos. Como he terminado al final de la recta donde está Carmen y Pedro, voy andando rápido hasta donde se encuentran para celebrarlo con ellos.
He conseguido un reto muy grande. Una maratón en pista es algo inolvidable, algo que recordaré siempre y que aconsejo a todos los corredores como experiencia personal.
El apoyo de Carmen ha sido esencial en la última hora. Es la gran ventaja de correr en pista, que me apoyaba cada 400 metros durante unos 14 kilómetros. Esto me sirvió también para no dudar en ningún momento que podía conseguirlo, y que por ella y por Pedro también tenía que conseguirlo, para agradecer su apoyo. Para mí es un gran reto y algo que recordaré siempre, incluido su apoyo durante la carrera.
Gracias Carmen.