Maratón de Dublín
29/10/2017

Tiempo: 2:58:40

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Un nuevo reto personal: prepararme y correr dos maratones el mismo año. El maratón de Dublín es el segundo del 2017 tras haber corrido en febrero el Maratón de Sevilla y es la primera carrera que realizo fuera de España. 25.000 corredores para esta edición, que tiene un perfil de carrera muy plano, y como añadido, que la distancia durante la Maratón, se indica en millas.

El correr un maratón, con la preparación que conlleva, y sobre todo, el objetivo de querer bajar de 3 horas, está suponiendo más otra obligación, responsabilidad… conmigo mismo… es más un deber, que se me está inculcando y me está marcando como algo que roza casi el no gozar al 100% de los entrenamientos según se va a acercando la fecha de la carrera. Quizás sea este año por tener dos maratones, quizás sea por cansancio acumulado, quizás por mi cabeza que no gestiona bien los objetivos, quizás los objetivos sean muy duros para mi situación personal con un peque de menos de año y medio… Lo que está claro es que me tengo que replantear objetivos para el próximo 2018. Pero esto ya vendrá. Vamos primero al lío que tenemos entre manos, o entre piernas, mejor dicho.

Después de 3 maratones, analizando cada carrera, te das cuenta que la primera mitad de la carrera es puro calentamiento, donde lo pasas a velocidad de crucero e intentas medirte y acomodarte al ritmo, intentando sobre todo no excederte. Te concentras y sonríes al mismo tiempo mirando los detalles del entorno. Los 11 siguientes kilómetros es verdaderamente donde corres o disfrutas corriendo a 100%: has pasado ya la mitad de la prueba, comienzas a descontar para el final y te sientes a gusto con el ritmo y notas que la fuerza que llevas dentro te lleva a correr sin problemas. La Maratón, realmente, comienza alrededor del kilómetro 32, cuando quedan 10 o menos para la meta. Aquí empiezas a luchar contra ti mismo, las piernas y corazón, contra el recorrido y el asfalto que llevas pisando unas horas, y sobre todo, es la gran lucha mental que tienes que vencer para realizar el esfuerzo restante. La sonrisa ha desaparecido. Esta parte de carrera no dura más de 6 u 8 kilómetros, los justos para llegar al kilómetro 40, donde, a partir de aquí, la cabeza es la que te hace volver a sonreír y llegar a la línea de meta.

Viaje a Dublín con Carmen y Pedro desde el sábado 28 de octubre al martes 31 con motivo del maratón y turismo por la ciudad.

El viernes, antes del viaje, pasamos una noche mala, ya que el peque está con fiebre y se despierta bastante. LA llegada a Dublín es bastante buena y nos situamos pronto en el hotel, aunque Pedro sigue con fiebre, pero el paracetamol le va regulando a lo largo del día. Por la tarde, me acerco andando a la feria del corredor, en el RDS, para recoger dorsal y bolsa del corredor.

Al llegar la noche, al peque le comienza a subir la fiebre, y nos va despertando cada hora llorando. Pobre… Perfecto para correr al día siguiente 42 kilómetros. La habitación parece estar al lado de una discoteca, y hasta las 3 a.m. tenemos sonido ambiente dentro. La parte buena es que nos acostamos muy pronto y a las 3 de la madrugada hay cambio horario a las 2, con lo que ganamos una hora de sueño (más bien de cama).

El hotel se encuentra a menos de dos kilómetros de la salida, por lo que, como voy con tiempo, decido ir andando en vez que calentando. Nada más salir, veo a gente que va hacia la carrera, con un ambiente cada vez más denso donde vamos en manada hacia el acceso a la carrera. Hace frío, en torno a los 10 grados, aunque por suerte, no sopla nada de aire.

La organización es totalmente diferente que en España. Dan una bolsa de corredor grande, de plástico transparente, que es la única que se puede usar para guardarropa. Al llegar a las calles cercanas a la salida, hay seguridad para que solo puedan entrar corredores, donde registran las bolsas que lleva cada uno. Hay tres salidas diferentes organizada por tiempos de llegada, la cual, está indicada por globos grandes. Van dando órdenes por megáfonos a grito limpio para organizar a los asistentes.

Dejo tiempo para calentar, pero cuando más me acerco a la salida, hay aglutinación de personas y me tengo que saltar una valla para poder hacer unos metros y no empezar en frío. Llevo un camiseta, cortavientos y braga, que lanzaré antes de comenzar.

La salida se produce a las 9 en punto. El GPS lo he cogido con bastante antelación esta vez para no estar nervioso por él. Salimos todos en tromba, mirando los pies para no pisarnos y encontrar huecos para avanzar a un buen ritmo.

Durante los primeros 5 kilómetros hago una toma de contacto con la ciudad, con el ambiente de la carrera y los corredores no se dispersan permaneciendo estamos. También llevo alrededor de 1 minutos con flato. Intento mantener la cabeza alta y ver la arquitectura de la ciudad. Hay mucho ambiente durante el recorrido animando a los corredores.

Hasta el kilómetro 6 corremos por ciudad, y en dirección de Phoenix Park, donde correremos otros 10 kilómetros. Un parque muy agradable, muy verde y con mucha animación, que hace olvidar el abrazo de los edificios y del asfalto. Se agradece esta parte del recorrido más libre que permite respirar un aire totalmente fresco y recibir el sol de la mañana.

Llevo un buen ritmo y buenas sensaciones, pese al cansancio nocturno y el flato pasado. A estas alturas, deseando pasar el ecuador de la carrera para comenzar con el reto en sí.

Una vez dejamos el parque, cruzamos el río Liffey y nos dirigimos por la parte suroeste de la ciudad. La media maratón la paso en 1h28′. Comienza la segunda parte y el ánimo se sube, viendo ya el momento de descontar metros. Concentración total, a mantener ritmo y controlar las piernas para llegar a buen puerto.

La arquitectura de los alrededores del centro es muy irlandesa, y recuerda la construcción de parte de Nueva York con sus orígenes de estos paisanos.

La animación no cesa y los siguientes kilómetros se pasan disfrutando de la carrera, concentrado y pensando en llegar al kilómetro 30. No tengo otros objetivos en mente sabiendo que, a partir de ahí, comenzará a ponerse serio el día.

Llegamos al kilómetro 32 yendo a la parte sureste de Dublín. Las piernas empiezan a notar la carga, aunque todavía tienen fuerza para asumir bien el resto de carrera. Rodeamos la Unversity College Dublín y nos dirigimos para el centro cogiendo un carril de una autovía cargada de tráfico. Quizás sea la parte más fea de la carrera. A parte, comienza a soplar el aire y no hay forma de esquivarlo. Creo que podría hace 2h55′ si sigo así.

A 5 kilómetros me encuentro aún muy bien, aunque no voy sobrado de piernas. Deseando ya llegar a meta y completar la carrera. Mi GPS va bajando kilómetros, pero difiere bastante en las indicaciones de la carrera (en millas). Me hace dudar de la distancia que queda y por tanto del tiempo que me resta para hacer un sub 3h.

Llevo 41 kilómetros y pasamos por en RDS. Esto no pinta bien. Estoy muy seguro que no queda 1,2 km para llegar a meta. Esto está más lejos. Al menos el doble. llevo 2h50 minutos… Me pongo nervioso, y aunque tengo las piernas cargadas, intento hacer una mezcla entre acelerar y mantener la calma/ritmo que llevo.

Por mi GPS paso de los 42.195 metros a 2h54′, y no veo nada que parezca estar cerca de meta. Al poco hay un cartel que indica 800 metros a meta. ¡Joder! Voy en tiempo para un sub 3h pero no con el tiempo que pensaba. Aprieto los dientes e intento llegar a la recta de meta. Psicológicamente, esta diferencia de distancias entre el GPS y la carrera me está haciendo mella. Necesito llegar cuanto antes. Aprieto todo lo que puedo para asegurar mi tiempo y… veo a Carmen gritándome a la izquierda. Vaya subidón que me da. La saludo y según miro adelante de nuevo, veo la llegada. Confirmo mi tiempo y entraré de sobra. Los últimos 100 metros me relajo y me dejo llevar para disfrutar todo lo que no he hecho en los últimos 5 kilómetros.

Llego a meta en 2h58’40». Estoy muy cansado. Muy cansado. Más de lo que pensaba en carrera. Las piernas totalmente cargadas y la espalda igual. Ando como puedo hacia delante para que me pongan medalla, recoger bolsa de comida e hidratación y voy caminando lento (como puedo) a encontrarme con Carmen y Pedro. El sentimiento es de mucho orgullo, felicidad y deseo de compartirlo con la familia, todo junto a un cansancio notable.

Otro gran reto conseguido. Otra gran carrera y gran esfuerzo. Primera Maratón fuera de España y una experiencia inolvidable. Se ha notado con creces la calidad de los entrenamientos de Coentrena y sobre todo, los de fuerza.

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