XXXIII Maratón de Sevilla
19/02/2017

Tiempo: 2:56:46

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Me planteo correr de nuevo una maratón, y esta será mi tercera participación en esta prueba. En este lugar, nos vamos a Sevilla a por una recorrido plano el cual me permita realizar un buen tiempo. Siempre pensando en el sub 3, que es el objetivo final, en bajar esta marca y no superar la anterior.

Dije que no volvería a correrla, tras hacer el año pasado un sub 3 en Barcelona, pero el reto de la distancia con 42km es muy fuerte, y reclama bastante para poder ser exigente y tener un objetivo en el cual poderme apoyar en el entrenamiento diario.

La preparación hasta llegar aquí ha sido dura. Con un peque de 8 meses en este momento, y con 3 meses de preparación durmiendo poco, el día a día de entrenamiento no ha sido nada fácil para mantenerme despierto y con fuerzas para salir a hacer kilómetros.

Esta es la edición XXXIII de la Maratón de Sevilla y hay 14.000 inscritos en la prueba. Con un recorrido espectacular para visitar prácticamente toda la cuidad.

El fin de semana lo pasamos en Sevilla, recordando los 4 años de fines de semana de viajes. Recorriendo la cuidad y comiendo bastante bien para coger fuerzas de cara al domingo. Nos alojamos en el hotel Alfonso X, en Santa María la Blanca. El sábado voy con Pedro a la feria del corredor, a recoger el dorsal con mucha ilusión al ir con mi hijo y con muchos nervios de cara a la carrera. El ambiente es bastante agradable y muchos corredores por toda la ciudad. De recuerdo de la carrera, dan un cortavientos en vez de la camiseta, por lo que muchos corredores van por la cuidad con él puesto y distinguiéndose del resto de transeúntes.

El sábado por la tarde noche, a tomar algo tranquilos en el Hotel Alfonso XIII, un buen plato de pasta y al hotel a descansar. Pero la noche no pasa en blanco, de 4 a 5 Pedro se despierta y estamos pendiente de él. Contratiempo que era previsible. El descanso ya está hecho, ahora toca relajarse hasta salir hacia la salida.

La carrera comienza a las 8:30h en la Cartuja, por debajo del Estadio Olímpico. Para llegar, cojo un bus con tiempo sobre las 7:30 en Prado, los cuales van hasta arriba de corredores y con un servicio gratuito que ha dispuesto la cuidad para los corredores.

Sobre las 8h llego a los aledaños de la salida. Hace mucho frío y un poco de aire.

Una vez que localizo la salida, voy a calentar un poco, con visita al servicio y vuelta al calentamiento. Subo unas cuestas a buen ritmo para despertar las piernas y me acerco a mi cajón de salida.

Hay muchos corredores y es imposible avanzar hasta los cajones. Por fin me sitúo en el mío aunque hay corredores de todos los dorsales mezclados. Parece que la organización no controla el acceso a los mismos.

Los nervios me mueven todo el cuerpo y me hacen no parar. El reloj no coge el GPS. Me entran ganas hacer pis… Lo típico de una gran prueba, que siempre es lo mismo y siempre parece la primera vez. Dan la salida a las handbike, el GPS sigue buscando señal. Falta un minuto para la salida. El GPS pita. Tenemos señal!!!

Dan el pistoletazo , comienzan las piernas a moverse y se acaban los nervios. Ahora toca concentrarse y disfrutar.

Los primeros tramos transcurren por La Cartuja, en la que voy midiendo el ritmo de inicio, calentando motores y hablando con un veterano, el cual va más rápido que yo y decido mantener mi objetivo de velocidad inicial. En poco entramos en Triana por Lopez de Gomarra. Todo me va sonando y estoy localizado en todo momento, aunque no me he estudiado el recorrido completo. Entramos en República Argentina camino del puente de San Telmo, con la calle Betis a la izquierda. Aquí llevo un ritmo más elevado de lo pensado. Debería ir a 4’10» y voy cercano a los 4′. Decido seguir a mis piernas que me están animando a ir a un ritmo más fuerte. La cabeza no puede pararlas de momento.

Al coger el puente, de divisa la Torre del Oro. El puente lo habrá cruzado una centena de veces, pero parece que es la primera vez al pasarlo corriendo y con el entorno de la carrera. Cogemos el paseo de Cristóbal Colón, dejando La Maestranza a la izquierda, el Mercado de la Lonja del Barranco a la derecha (donde comimos el sábado), Plaza de Armas y cogemos a Torneo. Sigo con el ritmo de 4′ el kilómetro y el viento se hace notar de frente. Me voy agrupando con otros corredores para ir al rebufo y hacer menos esfuerzo.

Por la ronda norte pasamos en el kilómetro 10. Las sensaciones son muy buenas. Las piernas acompañan al ritmo. Me encuentro fuerte aunque sé que esto aún acaba de empezar. Al poco me encuentro con Abel Antón, que está entrenando a una chica y hablando con todos los corredores que están a su lado. Estoy unos kilómetros a su lado y me acerco para hablar un poco con él cerca del Hospital de La Macarena. Es la segunda maratón en la que coincidimos y se lo comento a forma de guasa, para que me avise en la siguiente. Es muy majo y atiende a todos los que se acercan para charlar con él. Estoy disfrutando bastante la carrera, sonriendo ,con la cabeza alta y disfrutando del recorrido. Recordando los 4 años de fines de semana en Sevilla.

Me separo del grupo, que lleva un ritmo más elevado e intento acercarme a mi ritmo objetivo. Pasamos por Luis Montoto y Avenida de Kansas city manteniendo el ritmo. Comienzo a hablar con un chico vasco que hace su primera maratón de asfalto. Con él hago varios kilómetros desde un poco antes de la Media Maratón.

Pasamos por la Avenida de Andalucía y cerca del Sánchez-Pizjuan. Este se me pasa y ni lo veo (no es por nada). Lo que no se me pasa el El Corte Inglés de San Francisco Javier. Voy alternando entre mantener mi ritmo y ponerme detrás de un grupo. El aire en contra se va notando cada vez más en el freno que produce al cuerpo. No se ha incrementado pero parece que sopla más fuerte. El paso de los kilómetros se va notando.

Pasamos el kilómetro 30 y estamos cerca de la Avenida de La Palmera. de repente torcemos una calle y nos encontramos con el Benito Villamarín de frente. Llevamos unos 32 kilómetros y solo quedan 10 para finalizar. Aquí comienza la verdadera carrera.

La avenida se hace muy larga. Los grupos se han distendido, el aire se nota cada vez más, y estoy deseando entrar en el Parque de María Luisa para esquivar el viento. Lo bueno es que este recorrido lo he hecho muchísimas veces.Se exactamente lo que me queda y estoy deseando pasar Plaza de España.

En el Parque de María Luisa hacemos los 35 kilómetros. Noto las piernas un poco cargadas. tras tantas rectas, ir torciendo en el parque va cortando el ritmo. Al llegar a Plaza de España noto que se me agarrotan las piernas. Está costando tira del cuerpo cada vez más. Sé que esto me va a costar y parece que va a empezar una gran subida de una carrera de montaña. 35 kilómetros corridos par comenzar una nueva carrera totalmente diferente. Me cuesta salir del parque.

Camino de Puerta de Jerez, por la calle peatonal, al cambiar el tipo de suelo a liso, se hace más duro. Hace 5 años estaba yo de animador viendo como los maratonianos se dejaban la piel corriendo. Ahora estoy en el lado opuesto. Comienzo a mirar más el suelo que el recorrido. Me está costando tirar del cuerpo.

Al entrar en la Avenida de la Constitución, la gente se aglutinaba en la calle, dejando solo el paso del tranvía, animando sin parar a todos los corredores que íbamos en fila de a uno. Elevaban el ánimo y tiraban de nosotros para subir la avenida. Esta parte es la más emocionante hasta ahora de la prueba. Saco fuerzas para responder lo mejor posible. Esta cuesta tiene que ser mía. Pasamos por plaza de España, y calle Tetuán. Esta todo lleno de gente animando.

Cruzamos La Campana y la calle Trajano camino de La Alameda de Hércules. Aquí ya he bajado la cabeza, apretado los dientes y recogiendo todas las fuerzas posibles para llegar al estadio corriendo. Cada vez cuesta más aunque mantengo el ritmo. Salimos por el otro extremo en la calle Calatrava, para pasar por el puente de La Barqueta. En la rotonda del final del puente hay señal del kilómetro 40. Ya está casi hecho.

Estos dos kilómetros se hacen muy duros, por encima de los 4’15» de media que debía llevar. Del resto de la carrera no miro nada. Solo levanto la cabeza para busar el Estadio Olímpico, el resto lo elimino de la vista. Hago mis cuentas de tiempo. Sé que haré menos de 3 horas. No voy a bajar mi marca, pero eso ya no importa, no era el objetivo. Parece que no llega nunca el estadio.

Tras pasar por debajo de la SE-30 se ve la estructura. Estoy muy cerca ya. Estoy terminando la Maratón. Deseando pasar por el túnel. Entrar y ver qué sensación al salir al estadio, al ver la luz, al ver la meta. Volver a recordar este sentimiento, mezcla de finalizar una maratón y volver a terminar en este estadio. La duda si veré a mi familia en las gradas y saber que los veéen la meta.

Entro en el túnel. La sonrisa vuelve a aparecer. Miro a todos lados disfrutando de la oscuridad. Veo la luz del estadio. Aparece la pista y las gradas. La sonrisa se hace más grande. Entro en el estadio y miro con detalle todo a mi alrededor. Busco la meta. Asimilo la distancia para llegar. Pienso en acelerar y entrar haciendo un sprint de 400m. El cuerpo me dice que no, que tengo que ir más despacio. Bajo el ritmo y disfruto. Cada vez tengo más ganas de ir más despacio, de disfrutar este momento, casi de pararme para disfrutar y observar. No puedo, quiero seguir corriendo, entrar corriendo. Busco a Carmen al pasar los primeros 200 metros. Al entrar en los últimos 100 metros la veo agitando la camiseta de Coentrena. La alegría es impresionante. Las sensaciones no soy capaz de reproducirlas ahora mismo. Me emociono. Está acabando la Maratón y no quiero terminar la carrera, quiero seguir disfrutando de estos 100 metros y que se han interminables. Le hago gestos por el peque, por el anillo… Imposible dejar de sonreír.

Entro en meta con brazos en alto en 2h56’46», celebrando la llegada, el recorrido, el esfuerzo para realizar esta gesta. Orgulloso de uno mismo por poder hacer este gran reto. Recuerdo cuántos entrenamientos, cuantas cuestas, cuantas series, cuántos días preparando esto… con el aguante de Carmen, la gran ayuda de Óscar (Coentrena) y todo merece la pena por este pequeño momento. Me ponen la medalla y el orgullo sigue subiendo. Esta va por la familia, por Carmem, por Pedro.

Se notan las piernas muy cargadas. intento andar todo lo que puedo en el pequeño espacio que hay para ello después de la meta. Entro dentro del estadio para recoger avituallamiento. Como todo lo que veo, al igual que bebo. Me cuelo por la salida de ambulancias para acceder cuanto antes a las gradas y ver a Carmen y el Pedro. Los encuentro y la alegría es total. No sé ni explicarles lo que siento… Creo que no se puede.

Ya solo queda estirar por las inmediaciones del estadio, volver al hotel, arreglarse, reponerse comiendo, asimilar la carrera, analizarla tranquilamente durante los siguientes días y pensar en la siguiente.

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