III Media Maratón de Ávila Monumental
04/10/2015
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Ávila es una ciudad que visité hace muchos años y que recordaba poco más que sus murallas. Entonces me planteé correr esta carrera por sumar una experiencia más y como preparación para la Media Maratón de Valencia (15 días después), a la vez de la visita por toda la parte monumental de la ciudad.
La carrera era un domingo a las 10:30. Muy buena hora para llegar desde otra ciudad y no madrugar mucho más de lo normal. El mismo día de la carrera me desperté sobre las 7 de la mañana (sin dormir apenas como antes de cualquier carrera), desayuné contundentemente, me vestí y cogí la bolsa con los bártulos para correr que había preparado la noche anterior, para salir de casa sobre las 7:30h. A las 9:30 cerraban la entrega de dorsal y no quería quedarme sin él.
Tras casi una hora y media de viaje, conseguí llegar al hotel 4 Postes, donde daban el dorsal cerca de la salida de la carrera. Aún era muy temprano, estaba chispeando y había poca gente. Tiré algunas fotos de las murallas de Ávila desde el monumento de los 4 Postes, ya que se veía toda la ciudad desde lejos. Al ver que no conocía a nadie y sin más que hacer, me fui al coche a intentar dormir un poco, o por lo menos a relajarme antes de la carrera. Estaba bastante cansado entre una semana agotadora de entrenamiento, trabajo y falta de sueño.
Sobre las 9:45 no aguantaba más en el coche y comencé a cambiarme. En ese momento me encontré con Carlos y África (de Coentrena) corriendo a por el dorsal, que llegaban tarde. Quedé con ellos en la cafetería del hotel y terminé de cambiarme. En la cafetería estaban con una pareja de amigos, luego llegaron también Diego y Anita para sumarse a la comitiva de corredores de Coentrena. Hablamos un rato y nos preparamos para comenzar la jornada.
La salida comenzaba con una cuesta abajo. Iba a correr con Carlos pero el ritmo inicial no me convenció y tiré para adelante a partir de los 300 metros recorridos. La cuesta abajo se hizo larga ya que salí por el medio del pelotón y tardó éste en disgregarse. Los primeros kilómetros transcurrieron a las afueras de la ciudad, bordeando todo el casco antiguo y sin acercarnos a las murallas. Al acabar la bajada adelanté a Diego y Anita, que llevaban buen ritmo. Comencé a correr un poco por sensaciones mirando el reloj solamente para controlarme y no ir más deprisa de lo que debía.
A los pocos kilómetros, me sentía bastante bien, las sensaciones eran muy buenas y parecía que no notaba el cansancio. Imagino sería la adrenalina de la carrera. Comencé a pensar en intentar bajar mi record. Me puso como objetivo acercarme al 1h 25′, pero con el desconocimiento del recorrido, tendría que marcarme un ritmo según fuera desencadenándose la carrera ya que no conocía ni el desnivel ni cómo sería el callejeo por la parte antigua.
Incluso por las afueras del centro, nos pusieron unas buenas cuestas arriba, cortas pero con mucha inclinación. Pasaban los kilómetros y hasta ahora estaba adelantando a todo el que tenía por delante, lo cual me motivaba bastante. Miraba el reloj para intentar hacer unos 4 minutos por kilómetro, pero siempre dependía de las cuestas.
A mitad de recorrido, más o menos, comenzamos a rodear la muralla para entrar en el centro histórico. Todo ello subiendo una cuesta muy larga e interminable que iba notándose en las piernas. ¡Benditas sentadillas! Se notaba el efecto, ya que las piernas tenían fuerzas para tirar del cuerpo. Tras mucho entrar y salir por calles aledañas a la muralla, sobre el kilómetro 13, por fin entramos en la parte monumental. Comenzó el empedrado y el callejeo: los dos puntos fuertes difíciles de la carrera. A esto se le juntaban muchas calles en cuestas.
Era un si correr. Parecían series cortas torciendo esquinas, corriendo por las aceras, a veces esquivando a gente que estaba andando por la ciudad… Estooooooooo, ¿no había otro sitio? La carrera ya pintaba de paliza total.
Seguía adelantando a muchas personas y esto me seguí reconfortando, pero ya no sabía que tiempo podría hacer. No veía la explicación de correr en empedrado y callejeando todo el tiempo. Todo ello sin haber robado ningún bolso ni nada (ja). Agaché la cabeza y calle arriba, calle abajo, tuerce a la izquierda y luego a la derecha… Miraba el reloj ya constantemente para ver cuántos kilómetros quedaban porque estaba deseando dejar de correr. En el kilómetro 17 me planteé hasta para un rato. Pero decidí que para 4 kilómetros que quedaban, lo mejor era seguir el ritmo, si podía apretaría, para acabar cuanto antes. Me pegué a dos corredores que iban juntos ya que llevaban buen ritmo y no necesitaba acelerar más.
Al poco, me recuperé y los adelanté. Con ello, cuando quedaba un kilómetro, salimos de la muralla y empezó una cuesta ligera abajo, donde comencé a apretar. Al quedara 600 metros, se hizo más intensa y me adelantaron estos dos últimos corredores, que me gritaron que forzar todo lo posible porque estábamos terminando. Me pegué a ellos y apreté los dientes haciendo un sprint de 500 metros impresionante. Al acabar la cuesta, la meta estaba en forma de L. Había que frenar bajando para torcer 90 grados a la derecha (para darle una paliza al que puso la meta así).
Entré a meta en 1h 25′ 5″. Mi mejor tiempo hasta la fecha. Muy satisfecho, sobre todo por las sensaciones y por la fuerza para realizar la carrera con este recorrido difícil. Entré en el puesto 36.
Al entrar tan pronto, me fui al fisio para recibir un buen masaje y esperar mientras al resto de Coentrena. Comí y bebí todo lo que pude. Estaba famélico y esperé un rato con el grupo antes de coger el coche y partir para Madrid a comer en casa.
A esta no vuelvo a menos que asfalten Ávila.
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