Media Maratón de Badajoz
22/03/2015
Multimedia
En la XXIII edición de la Maratón de Badajoz, se organiza también la primera Media Maratón de la ciudad. Con ella 826 corredores nos inscribimos en los 21.097 metros.
Como hace un mes, en Barcelona, hice un tiempo de 1h25’48», tengo en mente bajar de 1h25′. Este es mi objetivo para esta carrera y espero superarlo, y, aunque confío en que puedo hacerlo, sé que me va a costar, pero vamos a por ello, ya que jugamos en casa y la inauguración de la media motiva bastante, también sabiendo que puede haber conocidos corriendo, en la carrera o la familia animando.
El fin de semana lo intento pasar relajado, intentando descansar después del viaje del viernes y descansado el sábado haciendo visitas familiares. Pero según se va acercando la carrera, ya incluso al mediodía del sábado, los nervios se van haciendo más fuertes. Paso una noche horrible. No se me ha quitado de la cabeza en ningún momento el bajar de 1h25′. Es casi como una obsesión, como si me fuera la vida en ello. Me despierto bastante antes de la carrera y sigo nervioso, y aunque no le doy la mayor importancia, me intento relajar durante el desayuno. Sigo dándole vueltas al 1h25′. Desayuno, me arreglo y salgo temprano para ver la salida de la Maratón, que es a las 9h. La Media Maratón comenzará a las 9:30h.
Después de ver el ambiente y la salida de la Maratón, comienzo a calentar. Me encuentro con Akel, con el cual jugaba a vóley en el PADEBA, y hacemos unos metros juntos poniéndonos al día, ya que hace años que no hablábamos. Sigue atormentando el 1h25′. Al poco, decido hacer unas series para acabar el calentamiento. Vaya locura!!! Series para antes de la Media Maratón??? Hago alrededor de 500m acelerando y desacelerando, hasta que me doy cuenta que son los nervios y que estoy haciendo bastante mal la preparación de la carrera, por lo que decido dejar de calentar. Así estiro un poco e intento dejar la mente en blanco. Pero esto último no puedo.
Cuando se va acercando la hora de la salida, voy hacia la meta, que ya están casi todos los corredores esperando. Me intento situar lo más adelante posible y comienzo a buscar al globo de 1h25′ desesperadamente para saber a quién tengo que seguir. Los globos guía dejarán sus globos a mitad de la carrera, por lo que quiero quedarme con la cara o vestimenta para tenerlo siempre de referencia.
Se da el pistoletazo de salida y comienzo a un ritmo alto, posicionándome al lado del globo, con el cual hablo sobre si va a llevar el mismo rito durante toda la carrera y comentamos un poco el recorrido. A su lado comienza a apelotonarse mucha gente, por lo que decido ponerme detrás para ir más tranquilo. Al ser un globo y hacer mucho viento, comienza a golpearme la cabeza el globo. Se siguen agolpando corredores al lado del globo, esto parece una manada. Como me siento muy incómodo con tanta gente y el globo moviéndose, acelero y me coloco delante, por lo que quemo bastante energía, aparte no dejo de mirar para atrás para saber dónde tengo mi referencia. Empiezo a notar que me pesa el cuerpo y me doy cuenta que la carrera la estoy gestionando fatal.
Cuando apenas llevamos 4 kilómetros, entre nervios, sobre esfuerzos, posición… me dejan de funcionar las piernas = comienzo de pájara. Es la hora de aflojar y empezar a ver el globo desde atrás, por si recupero un poco y cojo de nuevo el ritmo. Las piernas me pesan cada vez más, no son capaces de tirar del cuerpo. No soy consciente de la gran pájara que me acaba de entrar e intento mantener al globo cerca, pero me doy cuenta que no puedo seguirlo.
A pocos metros el primer avituallamiento. Me da un poco de vida el beber agua aunque comienzo a pensar en hacer una parada para darle un respiro a las piernas y a la cabeza. Sobre el kilómetro 6 me tengo que parar y andar un poco. No puedo más. Me han podido los nervios y el cansancio mental. El cuerpo ya no responde. ¿Aún quedaban 17 kilómetros para terminar? ¡Es toda la carrera! El globo está demasiado lejos y el objetivo para hoy sé que es inalcanzable. El objetivo hay que redefinirlo, y de vuelta de la carretera de Elvas, pienso en coger el puente de la universidad y volver a casa, pero una parte de mi cabeza cree que puedo aguantar un poco más, y ya que las distancias en Badajoz son cortas, me puedo volver desde cualquier sitio hasta que el cuerpo pare. Me tomo un gel y decido seguir a un ritmo bajo. Es la primera Media Maratón de Badajoz y me gustaría poder llegar a meta corriendo, aunque el tiempo sea malo, pero lo importante ahora es llegar sin forzar mucho. Empiezo a darle vueltas a la cabeza para analizar lo que me ha pasado pero no admito aún la realidad.
En la cuesta de subida del antiguo Vivero tengo que pararme de nuevo y volver a andar. Algún corredor me anima y me da algo de fuerzas para pensar que puedo seguir corriendo. La bajada por Carolina Coronado ayuda a soltar las piernas y coger aire en movimiento. Se acerca el puente viejo y sé que mi madre y Luis, estarán allí para aplaudir mi llegada, y aunque apenado por la situación en la que voy, tengo ganas de escuchar unos aplausos conocidos. Al paso por puerta palma, con el dedo gordo hacia abajo les indico que la cosa no va bien. Veo también a mi padre con la cámara de fotos y le saludo. Ahora si que estoy cerca de casa, pero decido seguir un poco más, aunque me da mucha pereza el esfuerzo de recorrer San Roque…
Subiendo la cuesta de la rotonda de Circunvalación hacia Manuel Rojas me vuelvo a parar. ¡Cuestas no!
Al poco escucho por atrás ¡Vamos Juan! Miro hacia atrás y veo a mi amigo Sera, el cual me coge. ¡Qué ilusión! Hacía tiempo que no lo veía, y compartir el resto de la carrera con él me da fuerzas para tirar del cuerpo y seguir su ritmo. Comentamos sobre la carrera y pasamos unos kilómetros juntos, hasta que llegamos a otra cuesta arriba de la carretera de Madrid donde le digo que me quedo, y aunque intenta animarme, me vuelven a fallar las piernas y acabo haciendo otra parada. La cabeza se me emborrona y veo que esta carrera es demasiado desgaste, que no puedo con mi cuerpo y que aún no estoy seguro que pueda llegar a la meta.
Al terminar la cuesta arranco de nuevo, y aunque Corte Peleas tiene un poco de nivel descendiente y veo a Sera de lejos, me imposible cogerle para seguir juntos. Otra nueva etapa en la carrera. Comienzo a pensar que lo importante es llegar. Que puedo tener fuerza mental para hacerlo, que si tengo que bajar el ritmo, lo haré, pero pasaré la línea de meta corriendo. Ya solo quedan 5 kilómetros y analizo el resto de recorrido porque sólo queda una cuesta arriba, en la Ronda del Pilar, que no es muy pronunciada y se puede llevar bien.
La cabeza empieza a restar metros poco a poco. Veo el reloj para ver la distancia recorrida muy a menudo y me da ánimos saber que voy restando paso a paso. En Ramón y Cajal con Avenida de Colón vuelvo a ver a mi madre y Luis, que me animan sabiendo que algo me pasa porque no voy en tiempo. Me da más fuerzas para seguir y sigo sumando recorrido. Al llegar a Banco de España sé que ya estoy muy cerca de la llegada, apenas 3 kilómetros. Sé que llego seguro, solamente intento no forzar el ritmo para asegurar la entrada en meta corriendo (como sea).
El último tramo por el barrio de Valdepasillas se me hace larguísimo, ya que hay mucho callejeo, muchas vueltas y mucha curva, pero sigo acercándome y ya casi sonriendo por el esfuerzo que estoy haciendo.
Por fin en la recta de meta. Veo a Carmen que me grita y me apoya. Entro corriendo sin acelerar, ya que no merece la pena un sobre esfuerzo, y viendo el tiempo que he hecho, el cual me parece increíble que sea yo quien ha corrido. Objetivo 2 cumplido: carrera terminada. El tiempo: 1h37’19».
Tras estirar un poco y comentar con mi padre, Carmen y Sera la carrera, Carmen estaba segura que sufrí una pájara (hay que hacedle caso al médico). Tras darle varias vueltas a la cabeza, porque era la primera vez que me pasaba y no era capaz de asimilar que me hubiera pasado a mí, todo indicaba que la doctora tenía toda la razón del mundo.
Hoy he aprendido una gran lección de mi cuerpo, al cual debo saber respetar más y no dejarme llevar solamente por la cabeza. Sin duda, después de la carrera de Barcelona, ha sido la más bonita que he corrido. La que más esfuerzo me ha exigido tanto físico como mental. Estoy físicamente como si hubiera corrido un día entero, pero mentalmente muy fuerte, ya que necesitaba dejar de bajar tiempo en cada carrera que participaba y darme cuenta que no siempre se gana ni se obtienen los objetivos exigentes.
Con ello salgo más reforzado mentalmente y decido parar con los entrenamientos tan fuertes para disfrutar más a diario, sin forzar tanto al cuerpo. Hay que devolverle la sonrisa a la cara todos los días que salga a correr.