Media Maratón Isla de la Cartuja
26/01/2014
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Me encuentro ante el mayor reto deportivo hasta la fecha. Nunca antes había corrido 21km ni me había acercado.
Con una buena base de entrenamientos para correr los 10.000 metros, me propuse intentar acabar una media maratón, carrera que hace apenas dos años me parecía por completo fuera de mi alcance.
El recorrido y la ciudad ayudaban bastante para poder terminarla sin problemas de cuestas o mal asfalto. Tanto por ir gran parte de la carrera cerca del Guadalquivir, por el Parque del Alamillo como por su fin en el Estadio Olímpico hacían un recorrido idóneo para un debut en esta distancia.
Con más nervios que ganas de correr, el día 26 de Enero me levanto para tomar una buen desayuno. Me visto y recojo el material para correr. Sevilla estaba cortada en su mayoría de calles, por lo que llegan al Estadio Olímpico no era fácil. Tras dar muchas vueltas, y por no intensificar más los nervios, decidimos coger un taxi que nos acercara a la salida.
Cuando estamos llegando, veo que no llevo el dorsal por ningún lado. ¡Los nervios! Viendo las opciones, no me daba tiempo a volver a casa, coger el dorsal y regresar a la carrera. Por lo que la única opción era hablar con los organizadores por si había alguna otra solución. Tras preguntar desesperadamente, Uno de los organizadores me dice que conoce a una persona que no ha podido correr por lesión, que está en la carrera y que lo localiza para que me de el dorsal. ¡Que suerte he tenido! En la organización me cambian el nombre poniendo el número de dorsal nuevo.
Tras el susto, caliento un poco, estiro otro tanto y me preparo en el pelotón para tomar la salida. Vaya nervios ante mi primera media y el reto deportivo más grande hasta la fecha. El objetivo es intentar acabar mi primera media en menos de 1h 40′.
La salida comienzo despacio, intentando zafarme del tumulto de gente e intentando seguir un ritmo suave, con miedo a acelerarme y no acabar la carrera.
Los primeros kilómetros transcurren por el parque del Alamillo. Luego salimos a carretera para pasar por un barrio gitano. Muchas familias salieron a la calle para animar y el ambiente era muy bueno. Gitano gritando a las corredoras animándolas como si nunca hubiesen visto una mujer corriendo.
Después del barrio gitano vamos de vuelta al centro, por Torneo al margen del Guadalquivir. Las sensaciones son buenas en todo momento. No fuerzo a lo largo de la carrera e intento seguir al mismo ritmo constante. Me extraña no sentir el cansancio pero me retengo aunque me sobren fuerzas.
Bajamos hacia el sur de la ciudad al lado del río. Este camino lo conozco de sobra por haber entrenado bastantes días por los alrededores.
Entramos en la Cartuja por el sur y solo queda recorrer toda la avenida Américo Vespucio con dirección al Estadio Olímpico. La recta es muy larga y enfilamos ya el final de la carrera. Comienzo a calcularla distancia que queda, el tiempo que llevo para intentar hacer menos de lo deseado y… me doy cuenta que no he contado con el kilómetro 21. Ese kilómetro que parece que sobra pero que también hay que correr. Si sigo al mismo ritmo, acabaré en 1h 44′. Veo que estoy bien de fueras, quedarían alrededor de 4 o 5 kilómetros. Acelero el ritmo. Veo que, aunque con mucho respeto, puedo aumentar el ritmo y acabar.
Al poco vuelvo a hacer cálculos. Me voy acercando al tiempo pero tengo que recuperar algo más. A dos kilómetros vuelvo a acelerar. Ya no queda nada. Las fuerzas aguantan el tirón. Ya se ve el Estadio Olímpico y parece mentira que vaya a entrar. Bajo por la rampa del túnel, donde se oscurece todo, pero se ve una luz al final de la entrada, la emoción empieza a brotar. Comienzo a ver las gradas bajando la cuesta de entrada. Se ponen los pelos de punta al comenzar a vislumbrar el estadio.
Al salir del túnel y entrar en la pista de atletismo, la emoción es muy grande. Hay una grada entera llena de seguidores gritando y apoyando a los corredores. Hay que dar una vuelta para llegar a meta. Acelero y hago 400m al sprint con todo lo que da el cuerpo. Esto es de película. Nunca pensaba en sentir estas sensaciones de emoción y alegría al acabar una carrera. Sigo sprintando hasta que llego a meta.
Miro el reloj y la marca es 1h 39′ 59″. A nivel personal esto es muy grande. Es un paso adelante (en verdad muchos) y un upgrade a la versión todavía por hacer.
Sigo sin sentirme cansado y la emoción sigue levantándome del suelo. Cuando me poso, entro dentro del estadio para recoger la bolsa de avituallamiento, comer fruta, tomar algo líquido y estirar. Me entra un hambre y una sed impresionantes. Como y bebo todo lo que cae en mis manos. Quedo con Carmen fuera del estadio y cogemos un autobús para volver a casa y asimilar el reto que acabo de superar.
Pienso en no volver a correr una media, aunque tengo la espinilla clavada de saber qué tiempo hubiera hecho si hubiera corrido a un ritmo más fuerte, ya que podía habérmelo permitido.
Ya veremos si vuelvo a correr…
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